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venerdì 13 aprile 2018

Europa se pregunta sobre las sanciones contra Irán por Siria

Existe un conflicto dentro de los países europeos sobre la actitud que debe tomarse con Irán. Hay dos cuestiones, e incluso si parecen no tener relación entre sí, son un problema en las relaciones con Teherán, pero también con Washington. La participación iraní en la guerra siria junto a Assad, y por lo tanto todas sus fechorías, requiere que los países europeos den una fuerte respuesta diplomática al país iraní: la solución encontrada sería imponer sanciones a Teherán, sin embargo, el motivo de la discusión es cuán serias deberían ser estas medidas. La pregunta está relacionada con el acuerdo nuclear que Irán también ha estipulado con la Unión Europea, Alemania, Francia y el Reino Unido. El temor es que, debido a las sanciones por la presencia en Siria, Teherán también tenga una reacción negativa sobre el acuerdo nuclear, especialmente por la presión proveniente de Estados Unidos, que, con el presidente Trump, parece querer retirarse de lo que él estuvo de acuerdo. Lo que los europeos temen es que aplicar nuevas sanciones a Irán podría ser una especie de excusa para que Teherán haga que el tratado sea ineficaz y allane el camino para el desarrollo militar atómico iraní. Este escenario sería el peor posible en esta etapa, caracterizado por tensiones entre estadounidenses y rusos, porque el frente iraní se abriría oficialmente. De hecho, el comportamiento de Trump está influenciado no solo por las ideas preconcebidas de la Casa Blanca, sino también por las presiones de las monarquías israelíes y sunitas, los opositores tradicionales de Teherán. El riesgo concreto es el de la proliferación nuclear y un estado de tensión permanente, con Irán que podría reclamar su derecho a la investigación nuclear, también con fines militares y una dialéctica consistente en amenazas de intervención armada, y respuestas adecuadas, como ya había sucedido antes de que se alcanzara la firma del acuerdo. Para evitar el retorno del equilibrio del terror en una escala multipolar, y por lo tanto más difícil de controlar, Berlini, París y Londres han propuesto sanciones contra Irán con un esquema de medidas selectivas: el motivo no es provocar un ajuste de Teherán y, al mismo tiempo, demostrar a Washington que, de esta manera, uno puede ser estricto con Irán sin inducirlo a retirarse del tratado. A pesar del desacuerdo con algunos socios europeos, las medidas propuestas no se refieren al estado iraní, pero se cree que sus funcionarios están directamente involucrados en el conflicto sirio. Si, por una parte, se trata claramente de una operación llevó a cabo la demostración de la mejor voluntad posible contra un país que era al menos responsable de masacres contra la población civil, por el contrario, precisamente esta precaución podría confundirse con debilidad Trump y, por lo tanto, darle la oportunidad de continuar el proyecto para boicotear el tratado nuclear. El peligro real es que, además del presidente de Estados Unidos, incluso el gobierno iraní aproveche estas sanciones para renunciar al tratado, considerando también que los beneficios esperados en el campo económico se han reducido hasta ahora. En otras palabras, Teherán puede juzgar más conveniente para proceder hacia la dirección de convertirse en una potencia nuclear y, al mismo tiempo, fortalecer las relaciones políticas y comerciales con los países enemigos de los estadounidenses como Rusia, sino también a China, mejor considerada en un sentido estratégico, anhe a expensas de los posibles beneficios económicos, por ahora no alcanzados, que el fin de las sanciones de europeos y estadounidenses debería tener garantizado. Habrá que esperar lo que el gobierno de Teherán considerará más importante: si los aspectos geopolíticos o económicos, ciertamente sin beneficios tangibles, parece obvio que Irán favorece sus ambiciones internacionales.

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