giovedì 9 luglio 2015

Túnez construirá un muro en la frontera con Libia para contener el terrorismo

Túnez tiene la intención de construir una barrera física, que bloquea la entrada al país de los terroristas y, al mismo tiempo, evita la liberación de los fundamentalistas tunecinos para hacer el viaje, lo que le permitirá formar parte del estado islámico. El proyecto prevé la construcción de un muro y un foso en la frontera con Libia y que también podría afectar a la línea de la frontera con Argelia. El trabajo debe tener un desarrollo de unos 168 km y se debe completar antes de finales de 2015. La intención es evitar el contacto con las tres provincias de Libia fundadas por el califato, desde que varios yihadistas, que tienen todos los ' interés para desestabilizar el país. Se sospecha, de hecho, el terrorista que recientemente golpeó la localidad, ni un solo elemento, sino que estaba en contacto con los fundamentalistas libios. Túnez se encuentra entre dos fuerzas que van en la dirección opuesta: por un lado, las instituciones civiles y democráticas del país, que han sido capaces de seguir un camino democrático, el único en el mundo árabe, y, en segundo lugar, una masa fundamentalistas notables, que no han renunciado a querer convertir al país en un estado islámico. Túnez es, pues, una tierra de contrastes, que se refleja no sólo en su compañía, incluso en su propio equilibrio interno, difícil de manejar instituciones todavía demasiado joven y no tan arraigada. La importancia de la construcción del muro es precisamente para evitar que la comunicación bidireccional con el territorio soberano del Califato. Por un lado existe el fenómeno de la infiltración en el territorio tunecino de elementos que están luchando en las instituciones democráticas, identificado como un símbolo de la posibilidad real de crear un estado libre de la influencia más fundamentalista; para esas personas la existencia de Túnez democrático es un posible ejemplo que podría ser recorrida por otros países, lo que contradice los principios y la política que desea afirmar la existencia del Estado islámico. Pero no es sólo el problema de las instituciones de Túnez, también existe el tráfico de salida de los ciudadanos tunecinos, que van a unirse al ejército del califato, y luego regresar con un alto nivel de adoctrinamiento político y religioso al que se une a una formación militar, capaz de llevar a cabo ataques relevante. Se estima que unos cuatro mil tunecinos son parte de las brigadas del califato en Libia y Túnez es el país que, proporcionalmente, ha proporcionado más milicianos a las fuerzas del Estado Islámico, que luchan en Siria e Irak. Esto pone de relieve cómo el camino de la democracia en la nación de Túnez es muy complicado y que consume tiempo y requiere herramientas internas muy específicos, como la construcción del muro en la frontera. Este muro es parte de una estrategia más compleja, que también implicó el cierre de ochenta y mezquitas, hogar de los fundamentalistas; la intención es limitar lo más posible la amenaza del fundamentalismo islámico para proteger a las instituciones, una tarea difícil de lograr sin la ayuda concreta de las potencias extranjeras, que debe centrar sus esfuerzos en la protección de Túnez, no sólo como un símbolo, sino también como banco directamente en el campo de las posibles amenazas dirigida fundamentalista, sobre todo a Europa.

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