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lunedì 13 aprile 2015

Turquía irritó con el Vaticano a la memoria del Genocidio Armenio

En un año marcado por la creciente persecución de los cristianos, el discurso del Papa en la triste ocasión del centenario del Genocidio Armenio, tiene un doble significado. El primero es el literal conmemorar una página de la historia, que algunos, primero de toda la nación de Turquía, se niegan a admitir y tratar de hacer valer definiciones alternativas que sólo tienen significado para querer alterar los hechos históricos. El segundo es empezar desde el punto de partida del aniversario para crear una analogía con los hechos actuales y recordar al mundo de las responsabilidades, lo que llevó a la intolerancia religiosa hacia los seguidores de la religión cristiana. Es significativo que el gobierno de Ankara, que fue inmediatamente irritado por haber convocado el nuncio apostólico, que es el embajador del Vaticano, ha sido uno de los más suaves al califato. A largo Turquía mantenido una posición no está claro contra el Estado islámico, que, probablemente, al principio también era un prestamista, con el único objetivo de maniobrar los fundamentalistas, para derrocar al régimen de Assad, por lo influir en el territorio sirio, tanto en función geopolítica, que el anti kurda. El país turco es atravesado por una gran división interna, donde la mayoría política, que apoya a Erdogan, sigue una transformación en el sentido confesional del país, que coincide con el proyecto de crear un nuevo tipo de imperio otomano, aunque en otras formas, que consiste en la extensión de la zona de influencia de Ankara, que debería convertirse en una especie de líder del mundo suní, al menos en las zonas vecinas. Turquía ha sido apoyado en este proyecto por un buen crecimiento económico, que, sin embargo, no se vio acompañada por una política exterior el mismo éxito. Antes de que el fracaso de la Hermandad Musulmana en Egipto, de los que Turquía había pasado gran parte de su influencia, entonces la fuerza de Damasco, lo que ha dado como resultado el fenómeno del estado islámico, nunca luchó con un compromiso adecuado requerido de Washington, pusieron los planes de Ankara en serios problemas, obligando al país a una considerable reducción de la visibilidad en la escena internacional. Desde el punto de vista de la política interna, los grandes retos y la reanudación de un sistema anti-terrorismo, ayudado a traer dificultades a la mayoría política, por su parte atravesado por escándalos peligrosos por razones de corrupción interna. En el fondo, a continuación, sigue negándose a Bruselas para admitir a Turquía en la Unión Europea desde hace más de una carencia de las normas exigidas, una de las cuales es precisamente la falta de reconocimiento del genocidio armenio y constituye una decepción política nunca sanado. No todas las personas soportes turcos este ajuste, los laicos ambientes están profundamente opuesto a la deriva sectaria del país, pero la promulgación de leyes contra la libertad, que han sofocado la libertad de prensa y de expresión hace que sea cada vez más difícil de contrarrestar un poder que se acumula cada vez más en una parte, sin la existencia de contrapesos para garantizar la vida democrática normal del país. Por todas estas razones el discurso del Papa, que tiene un alcance mayor que la memoria histórica derecho, haber molestado el Ankara, que, por otra parte, temía esta dirección puede ya de antemano: de hecho, la presión sobre el Vaticano, en el enfoque recurrencia al parecer ha sido diferente y todo ello con el objetivo de no traer en un foro tan amplificado, como la Plaza de San Pedro, el enfoque en lo perpetrado por el Imperio Otomano un siglo antes. El contraste que presumiblemente surgir entre las dos entidades estatales pondrá Turquía en una luz actitud más negativa hacia el oeste, pero también puede exacerbar esas divisiones, basada en la religión, en la que se construyeron los contrastes realizados por todos fundamentalistas y por algunos eran sunitas, que identificó el cristianismo en su conjunto con el mundo occidental y sus valores. El verdadero peligro es que las palabras del Papa son manipulados en radical por razones puramente estratégicas propaganda siniestra.

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