A pesar del gran precio, lamentablemente pagado en vidas humanas, que representa el aspecto más trágico del conflicto, el avance ruso avanza lentamente y, en algunos casos, incluso se ve obligado a sufrir derrotas que obligan a los departamentos del Kremlin a replegarse sobre el terreno. . Esto provoca una táctica que involucra a los civiles ucranianos como objetivos funcionales para debilitar la resistencia de Kiev que, sólo en el plano militar, es decir, sin la teórica participación de los civiles, sería capaz de contener el esfuerzo ruso, aunque en evidentes números y significa inferioridad a la disposición. Esta modalidad ha sido probada con éxito en Siria, donde objetivos civiles, como hospitales y escuelas, fueron atacados deliberadamente para hacer retroceder a las fuerzas opuestas a Assad, cualquiera que sea su naturaleza, ya sean fuerzas democráticas o el Estado Islámico; sin embargo el esquema, aunque tiene similitudes, en Ucrania presenta profundas diferencias: Ucrania es un estado soberano con su propio ejército, cohesionado con su población y no dividido como en Siria y goza del apoyo político incondicional de Occidente, que a pesar de seguir sin intervenir, suministra continuamente armas y apoyo logístico a las fuerzas armadas de Kiev. Las conjeturas sobre las convicciones de Putin de una guerra corta probablemente sean ciertas, y la evidencia es que el armamento pesado desplegado está desactualizado, el apoyo logístico insuficiente, precisamente porque no fue diseñado, y las tropas, muchas veces compuestas por reclutas, son insuficientes. entrenados y menos preparados psicológicamente para enfrentar una guerra de tal intensidad. Algunos analistas también creen que el empleo de "voluntarios" sirios no será decisivo y existen considerables dudas sobre la contribución de los chechenos. En este contexto, la elección de los bombardeos indiscriminados parece ser para Putin la única forma de evitar ser derrotado por el conflicto y con la imagen interna arruinada irremediablemente. Por esta razón, la solicitud del presidente Zelensky de la zona de exclusión aérea parece más que legítima, pero los países occidentales aún no consideran el momento de intervenir. Existe un peligro real del uso de armas químicas por parte del Kremlin, sobre la experiencia ganadora llevada a cabo en Siria, lo que constituiría la renovación de un precedente muy peligroso, que constituyó el mayor fracaso político de Obama y que, según muchos observadores, fue el comienzo de la actual debilidad política estadounidense en el teatro mundial. La opción del uso de armas químicas también podría constituir la consideración por parte de Moscú de un posible uso del uso de armas nucleares, que ya ha sido amenazado desde el inicio del conflicto. El peligro de una escalada es concreto: Rusia se encuentra en evidente dificultad en su "operación militar", está al borde del fracaso financiero y políticamente aislada en el escenario diplomático, sobre todo tras la actitud cada vez más cautelosa de China sobre el conflicto, provocada por la amenazas de perder el acceso a sus mercados comerciales más rentables: Estados Unidos y Europa. Estas consideraciones, si se unen a la noticia de que Rusia, en las actuales dificultades logísticas, parece enfrentarse a una mayor escasez de disponibilidad de suministros, tanto por dificultades prácticas cada vez más evidentes, como por un arsenal no infinito y también por una situación interna en el En lo más alto del Kremlin, donde los principales colaboradores más cercanos al presidente han sido objeto de remoción de sus cargos, precisamente por la mala gestión de la guerra, las posibilidades de acción diplomática parecen aumentar. Para Rusia se estima que los próximos diez días serán cruciales: si Moscú consigue ganar el conflicto habrá conseguido su objetivo, al revés para Putin puede que no haya salida y por ello el presidente ruso puede preferir una salida honorable por la vía un acuerdo diplomático. Este eventual acuerdo, sin embargo, pasa de una tregua que frena el uso de armas y permite corredores humanitarios seguros; esta eventualidad, deseable, es, sin embargo, contraria al actual modo de combate del ejército ruso, que utiliza a los civiles como objetivo para lograr el éxito. De momento la situación parece no tener salida, pero la presión internacional y algunas concesiones ucranianas podrían quitarle cualquier justificación a Rusia y permitirle a Moscú una salida honrosa, honrosa de momento, porque la reputación de Putin está irremediablemente arruinada, también desde la investigación que la Corte Internacional de Justicia pretende iniciar y que se presenta con una conclusión ya escrita.
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