A pesar de la potencial supremacía rusa, el escenario del conflicto ucraniano parece estar en constante evolución, lo que cada vez es menos positivo para Moscú. Según Washington, la ofensiva de Kiev es constante y planificada, gracias a los avances de los militares ucranianos en las acciones realizadas en el sur del país contra las tropas rusas. Paralelamente a estos éxitos de Kiev, la buena noticia es la renovada ayuda militar, no solo de EE.UU., sino también de aquellos países que temen la invasión rusa. Tras el inicio de las hostilidades, que se remontan a seis meses antes, Occidente ve señales positivas sobre el terreno, gracias a la reconquista de algunas ciudades ucranianas que habían sido arrebatadas a la ocupación de Moscú; esto permite vislumbrar un escenario diferente al hasta ahora presente, donde Kiev se había limitado a resistir la invasión rusa, pero con una evolución hacia una posible reconquista del terreno perdido. Esta perspectiva ha sido certificada por el Secretario de Defensa de EE. UU. frente a los ministros de defensa de los países pertenecientes a la Alianza Atlántica y los representantes de cincuenta naciones que apoyan los esfuerzos de Ucrania. El escenario de la reunión fue la base militar de Ramstein, donde se formalizaron ayudas por 675 millones de dólares referentes a armas especiales, vehículos blindados y armas ligeras; en particular los cohetes, obuses y sistemas antitanque, que están resultando fundamentales para la recuperación de Kiev. Estos suministros son necesarios para abastecer las armerías ucranianas después de que se agoten los arsenales de producción soviéticos y rusos. EE.UU. también abogó por la necesidad de una mayor participación en la ayuda a Ucrania para lograr el objetivo de derrotar a Putin. Desde el punto de vista de la duración del conflicto, los analistas plantean un escenario que puede contemplar una duración de varios años, lejos de los pronósticos de una rápida conclusión, por lo que es necesario implementar y modernizar el equipamiento armamentístico para Ucrania y entrenar grandes reservas de munición ligera y pesada. Este factor se considera estratégico, no solo para la contención de Rusia, sino también para continuar el proceso de recuperación de los territorios ucranianos robados a Moscú y llegar a condiciones favorables para poner fin al conflicto. Estados Unidos se confirma como el país más comprometido con el esfuerzo financiero para apoyar a Kiev, la actual administración de la Casa Blanca ha firmado un compromiso para el suministro de aproximadamente 13.500 millones de dólares en armamento compatible con los sistemas de artillería de la Alianza Atlántica, armas considerados más modernos que los utilizados por los rusos y que están dando los resultados deseados contra Moscú. Ciertamente, el suministro de armamento por sí solo no es suficiente, también se necesita equipo contra el duro clima al que los combatientes tendrán que hacer frente el próximo invierno y el cada vez más intenso entrenamiento de los militares ucranianos en el uso de nuevos sistemas de armas, tan diferentes del escenario. de armamentos soviéticos y rusos. Este nuevo giro del conflicto, que pone de manifiesto la posibilidad concreta de derribar un vaticinio que estaba todo a favor de Rusia, invierte toda una serie de reflexiones a nivel militar y geopolítico, sobre los posibles comportamientos de Moscú, que hay que tener muy en cuenta. consideración, tanto por parte de los estrategas ucranianos como de los occidentales. Putin ya no puede dar marcha atrás: su prestigio y el de su círculo de gobierno estaría muy comprometido: ni siquiera se preveía una derrota en Ucrania y el no haber resuelto la operación militar especial a su favor en poco tiempo aparece como un fracaso a medias. Moscú siempre tiene la opción nuclear, cuyas consecuencias no son previsibles, salvo en una guerra total, en la que los chinos difícilmente darían su apoyo. Los suministros de armas estadounidenses son cualitativamente mucho más altos y la determinación de los soldados rusos no es comparable a la de los ucranianos; las sanciones ponen a prueba a Occidente que, sin embargo, desde el punto de vista energético, aunque lentamente, está reorganizando sus sistemas de suministro, mientras que Moscú, ya en default, pronto demostrará la escasez de productos occidentales, difícilmente reemplazable con productos similares de otras áreas del mundo: estos no son artículos de lujo, sino productos sin los cuales las empresas no podrán funcionar, además los bloqueos financieros y la venta de materiales energéticos a precios reducidos reducirán la disponibilidad de maniobras de una economía ya en problemas antes de la guerra, como el ruso. Estas perspectivas corren el riesgo de inducir a Putin a gestos extremos capaces de hacer retroceder al mundo muchos años, para evitarlo es necesario combinar las medidas actuales con una estrategia diplomática que puede ser un atajo para permitir que el conflicto termine.
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