Lo que está sucediendo con el chantaje político de Trump —la imposición de aranceles, no solo por razones económicas sino también como represalia política— debería hacer reflexionar a la comunidad internacional y fomentar el aislamiento que Estados Unidos parece buscar con orgullo. Tras varias postergaciones, para beneficio propio y de su familia, para permitirle las operaciones financieras más imprudentes, el plan de Trump parece cada vez más claro: imponer un nuevo orden mundial mediante el poder financiero estadounidense. Este plan se aplica tanto a sus aliados más tradicionales como a aquellos estados comúnmente considerados hostiles a Washington. Las recientes amenazas de altos aranceles contra Brasil por el impeachment del expresidente Bolsonaro, y el chantaje similar contra Canadá por expresar su deseo de reconocer a Palestina, son ejemplos elocuentes de los objetivos de Trump, que claramente vulneran la soberanía de otros Estados. Es más, quienes podrían haber generado una fuerte oposición, como la Unión Europea, adoptaron de inmediato una postura excesivamente complaciente, lo que no hizo más que alimentar la bravuconería del presidente estadounidense. En el caso de China, la situación es totalmente opuesta: ha adoptado una postura más firme ante las amenazas estadounidenses, en parte debido a su histórica falta de sumisión. Cabe mencionar también que la presidenta Von der Leyen ha demostrado ser un actor poco eficaz y demasiado propenso a la intimidación de Trump. La culpa de Europa ha sido su incapacidad para atraer nuevos miembros fuertes y encontrar mercados alternativos, mientras intentaba mantener su posición en el mercado estadounidense, que ya se sabía comprometido. La percepción es que carece de un proyecto económico y político valiente. El primer paso para Europa es reducir los aranceles internos y uniformizar sus respectivos impuestos para presentarse en el escenario internacional como un bloque cohesionado. Después, es necesario ampliar los mercados donde puede vender sus productos, y los destinos más probables son aquellos a los que Estados Unidos pretende aplicar los aranceles más altos. Finalmente, es necesario expandir los mercados internos con políticas que impulsen los ingresos. Si estos son los puntos de partida económicos, es aún más importante desarrollar un proyecto político capaz de permitir a Europa trascender sus fronteras geográficas. Existe un aliado natural potencial, uno que se identifica fuertemente con los valores europeos, a diferencia de los países que son miembros únicamente por puro interés económico, y que se encuentra geográficamente fuera de las fronteras europeas, lo que permite un espacio común incomparable. Se trata de Canadá, que Trump ha amenazado repetidamente con anexionarse como el quincuagésimo primer estado de Estados Unidos. Planificar la adhesión de Canadá a la Unión Europea significaría romper la hegemonía estadounidense a ambos lados del océano y crear el mercado más rico del mundo. Sin duda, sería un acto de guerra contra Washington, pero añadiría un enorme peso diplomático y una mayor relevancia internacional a Bruselas. Dadas sus afinidades culturales y los valores democráticos compartidos en los que se basa la Unión Europea, Canadá sería el socio ideal para forjar una alianza más profunda. Un bloque configurado de esta manera sería un adversario ideal para someter a Trump y también para ganar mayor autonomía en diplomacia y defensa, permaneciendo dentro de la Alianza Atlántica pero progresivamente más independiente de Washington. Este sería sin duda un proceso largo, que requeriría mayor independencia de criterio de algunos de los estados más importantes de la Unión, en comparación con Estados Unidos, acompañado de un proceso compartido de cesión incluso de porciones sustanciales de soberanía. Sin embargo, una Europa capaz de atraer y reincorporar a Canadá a su seno constituiría una Unión aún más moderna y atractiva para la inversión y el poder negociador. La idea de incorporar a Canadá a la zona comercial más rica del mundo aumentaría su valor a expensas de Estados Unidos, satisfaciendo así sus ambiciones aislacionistas.
Nessun commento:
Posta un commento