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venerdì 16 gennaio 2015

El tamaño de la derecha del ataque en París

Después de la primera etapa de total desprecio por el atentado de París, la distancia más lejos de la época de la masacre, mayores son las reflexiones sobre las razones que han provocado el ataque. Existe una amplia discusión fue sobre la verdadera oportunidad de publicar caricaturas tan ofensivos; ese hecho podría servir de pretexto para los bombarderos hacen su gesto. La naturaleza de esta reflexión preocupado, lógicamente círculos islámicos, sino también a los cristianos y secularistas. La reciente declaración del Papa, que fue precedida por una condena de la violencia, se coloca en el mismo orden de ideas, denunciar el delito a ninguna religión. Por otra parte, es lógico que el máximo representante de la Iglesia Católica se decante en defensa del respeto religioso, algo que sin duda no debe ser contradicho, pero, también es cierto que no es el reflejo justo en la desproporción de la reacción de los fundamentalistas islámicos. La evaluación adecuada de la no proporcionalidad entre el delito ocurrió a través de los dibujos animados y la pena impuesta por los terroristas, no es ni siquiera de diferentes sectores laicos que prefieren tener a pensar en las posibilidades que ofrece la legislación vigente, en este caso el francés, para castigar los delitos contra la religión. El razonamiento parece superfluo, en vez quiere introducir una reflexión que no se ha hecho por casi nadie. Razonando de esta manera, lo que básicamente significa que los caricaturistas estaban preguntando por ella, ocultando un aspecto mucho más importante: si no hubieran golpeado el periódico satírico, estamos seguros de que los terroristas no hubieran dado otro ataque? El problema es que no se sátira, incluso de mal gusto, en contra de la religión; si es así, la solución sería hacer una ley que prohíbe este tipo de sátira, pero los ataques y la actitud hostil de los fundamentalistas contra Occidente se mantendría sin cambios. Básicamente, lo que es alarmante que el debate se centra en si se permite o no que la sátira contra el Islam y constituye un peligro para la estabilidad occidental. La pequeñez de este argumento desvía el foco en los problemas reales, de los cuales el ataque contra un periódico satírico era sólo un síntoma trágico. Por analogía entonces se podría decir que los corredores de maratón de Boston eran ofensivas contra Mahoma o pasajeros en Madrid en contra del Islam y que el metro de Londres no estaba de acuerdo con los preceptos religiosos. Lo que se pierde de vista es la aversión cada vez más radical Islam fundamentalista que se está desarrollando en contra de Occidente y su modo de vida, a menudo rechazados por los ciudadanos occidentales islámicos. En este aspecto, los gobiernos europeos deben trabajar con miras a prevenir no violenta: presentar la mejor solución posible, como una forma democrática de gobierno y no dar por sentado y garantizar la libertad religiosa tener sentido que se trata de una garantía universal. Sin embargo, esto no es una tarea fácil, dado que en el Islam no existe la división entre política y religión. Esta podría ser una de las principales razones que subyacen a la falta de integración de algunos musulmanes, el más extremista, en las sociedades occidentales. La relación entre la política y el Islam se remonta más a menudo a la concebida por la Hermandad Musulmana, que es la coincidencia absoluta entre la administración de los asuntos públicos con el elemento religioso, hasta que se convierten en uno; No es sorprendente que los opositores de la fraternidad, los musulmanes seculares y moderados han hablado del fascismo islámico. Esta visión, de hecho, no hay excepciones y es la misma que subyace en el ejercicio del poder del califato o Boko Haram, que se traduce sharia en las normas legales. Tal fundamentalismo religioso, que es fácil de practicar y tangible en el territorio administrado por el Estado islámico, ejerce, sin duda, un alto grado de atracción para jóvenes occidentales, que están fascinados por las proclamas de la conquista del Oeste por negros banderas del califato. Estos datos son irrefutables y que ha de ser cubierto por la acción preventiva no militar de las democracias occidentales, que deben tener elementos de atracción como para derrotar a los propuestos por el extremismo islámico. Para volver al principio del discurso debe almacenar la discusión acerca de la legitimidad de la sátira en la religión y dar por sentado, hasta que tome, por desgracia, a promulgar una ley de censura y se centran en la protección de los posibles objetivos que el terrorismo islámico huelga.

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