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giovedì 21 aprile 2016
Siempre difíciles relaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia
El clima de la Guerra Fría sigue estando presente en las relaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia. Las
dos partes se reunieron ante la insistencia de los alemanes, para
quienes la situación de incertidumbre implica particularmente
importantes consecuencias geopolíticas y económicas, pero a pesar de los
deseos de Berlín para traer de vuelta a los informes en un ambiente más
relajado, la distancia entre los dos partes sigue siendo enorme. Ni
los avances en la situación de Siria, aunque no suficiente para
resolver la crisis de Oriente Medio, han cambiado la desconfianza mutua
que sigue persistiendo por los problemas que afectan a los territorios
limítrofes con Rusia. La
cuestión ucraniana está siempre en el centro, pero es el motivo de las
fricciones aún más profundas, que se refiera, en el lado de Moscú, lo
que se percibe como una invasión de su espacio vital, y desde Bruselas,
el punto crucial es la falta de respeto el derecho internacional por parte de Rusia. Para
el Kremlin, la Alianza Atlántica está teniendo un expansionismo
político y militar, cuyo objetivo es aislar a Rusia, comprimiendo el
potencial geopolítico y el papel internacional se debe en sí titulado. Precisamente
en esta perspectiva debe ser enmarcado en las iniciativas que Putin ha
hecho a nivel internacional para hacer hincapié en la importancia de
Moscú y que debe ser leído como una conclusión de lo que comenzó con la
anexión de Crimea y la crisis impulsado en los territorios del este de
Ucrania . Por
otra parte, el punto de vista exclusivo del derecho internacional, que
debe ser la base para regular las relaciones entre los estados, la
actitud de Moscú ha sido producir una infracción después de las otras
normas internacionales, eludiendo, a menudo , por métodos nada ortodoxos, pero, al igual que la de utilizar sus propios soldados sin insignia oficial. Siguiendo
este razonamiento el resentimiento occidental sino estar de acuerdo: la
postura agresiva de Moscú es un factor de desestabilización segura de
equilibrio y convicciones internacional, con las consiguientes sanciones
económicas en Rusia son en gran medida justificada. Lo
que parece ser insuficiente, sin embargo, es la falta de negociación
política con Moscú, no puede informar sobre el nivel de un diálogo más
intenso, capaz de abrir una nueva etapa en las relaciones entre las dos
partes, que sabe cómo llevar un mayor alivio. Moscú,
en este escenario, ha adoptado una táctica doble: el de la rigidez en
la parte europea y la de liderazgo en el Oriente Medio; en
este último caso la intención es presentar una imagen más eficiente que
el americano, demasiado expectante, para ganar la aceptación
internacional e incluso dentro del bloque occidental, donde las empresas
de las fuerzas rusas, y la actitud de Putin, se reunieron el éxito de las políticas agrícolas dentro de las fuerzas de oposición. Moscú
ha tomado un papel de liderazgo contra el terrorismo islámico, lo que
le permitió ganar una considerable simpatía que pudiera dar juicios a
menos severas por su comportamiento en Ucrania y en Crimea. En
consecuencia, el poder de negociación de Occidente parece reducida,
aunque no lo suficiente para caer de nuevo en sus posiciones. Sin
embargo, este estado de cosas sigue siendo potencialmente muy
peligroso, especialmente para la constante falta de canales de
comunicación privilegiados, capaces de evitar incidentes peligrosos. Este
aspecto debe ser cuidadosamente evaluado, sobre todo debido a la
costumbre de entrometerse en el espacio aéreo extranjero por aviones
militares de Rusia sigue siendo una constante, sino también el reciente
caso del destructor estadounidense avistado cerca de Kaliningrado, es
motivo de preocupación. En
este sentido se relaciona con la necesidad, sentida por ambas partes,
para crear canales de comunicación más intensa, especialmente para
asuntos militares, donde poner las piezas en forma de corriente mutua de
ejercicios y movimientos en los territorios sensibles. El
único punto en que se han producido convergencias es el compromiso
renovado de la Alianza Atlántica en Afganistán, una región que siempre
ha preocupado por Rusia, por influencias extremistas islámicos, que
puede producir en el Cáucaso.
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