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giovedì 22 agosto 2019

Consideraciones de Macron sobre Europa

Mientras esperaba inaugurar la cumbre de los primeros siete países del mundo, el presidente francés ha destacado su visión política no solo de su país, sino de Europa, visto como un posible protagonista de posibles escenarios futuros. Los nuevos factores que afectan los activos globales, las potencias emergentes, los escenarios de crisis y la globalización afectan la evolución de la civilización europea. Macron no aclara si está condicionado por una visión central de Europa, algo que no ha sido durante algún tiempo, o si tiene la intención de encontrar una manera de restablecer la centralidad en Europa, en un mundo donde el viejo continente parece estar destinado a ser cada vez más marginal. En ambos casos, si la perspectiva cambia, las soluciones parecen ser idénticas: primero, la crisis de la democracia, entendida como la efectividad del proceso democrático derivado de la falta de representatividad real, debido a la distancia de la clase política de la sociedad real y a sus necesidades; Esta crisis deriva directamente de la profunda y creciente desigualdad causada por los desequilibrios del capitalismo degenerado en un liberalismo cada vez más descontrolado. La reacción del cuerpo electoral de los distintos países presenta reacciones cada vez más similares, que se dirigen hacia movimientos antidemocráticos que tienden al aislamiento y hacia formas de racismo, cada vez más exasperadas. El análisis se puede compartir, tanto en la identificación de síntomas, como en una degeneración de sociedades caracterizadas por un empobrecimiento material que debe agregarse a una disminución cultural cada vez mayor, favorecida en los últimos años por organizaciones y partidos que lo han utilizado en su beneficio , pero, que en el momento histórico actual, se ha convertido en un elemento fuera de control por estos movimientos, a favor de los partidos de extrema derecha y que facilita su acción proselitista. El presidente francés cree que estos elementos de contraste son los puntos de partida desde los cuales operar dentro de las organizaciones internacionales, para devolver un papel central a Europa, como un tema de equilibrio entre China y Estados Unidos, especialmente después de la presidencia. Trump impuso a la política exterior estadounidense un distanciamiento progresivo de la proximidad tradicional de Washington con el viejo continente. Las intenciones de Macron parecen ser positivas, pero sus afirmaciones parecen estar viciadas por la hipocresía: el presidente francés proviene de la parte social que ha favorecido, incluso desde la izquierda, el liberalismo que condena a las clases medias al empobrecimiento y proporciona la percepción de operar en favor de grandes concentraciones financieras. La realidad a la que Macron quiere oponerse es a lo que también ha favorecido al cambiar los equilibrios sociales, deteniendo las posibilidades de crecimiento que quedan limitadas a aquellos que tenían ciertas condiciones iniciales, comprimiendo los derechos, especialmente en el trabajo a favor de la precariedad y la incertidumbre útiles solo para los empleadores de trabajo, que han creado un desequilibrio en la relación entre trabajadores y empresas, cada vez menos empoderados por su papel social para promover oportunidades de ganancias en un solo sentido. Estas políticas fueron apoyadas por Bruselas, que no dudó en poner de rodillas a naciones enteras para mantener los privilegios de unos pocos. La ambición de crear una Europa más fuerte también es una necesidad, pero debe estar respaldada por un cambio radical en la política social, del que se habla mucho pero no se sigue. El caso italiano actual, donde un partido que dice ser abandonado, pero que ha practicado una política de derecha, similar a la del presidente francés, tiene la oportunidad de compensar los errores cometidos; será la primera prueba real para poder demostrar un cambio en las políticas sociales. No es casualidad que Italia haya sido citada por el presidente francés como un ejemplo negativo de un experimento político realizado por un partido soberano gobernante. Si es bueno subrayar este aspecto, se necesita un proceso concreto que elimine los factores que nos han permitido obtener apoyo para los movimientos de extrema derecha, que también han sido una parte integral de las políticas del actual ejecutivo francés. Entonces, a los discursos deben seguir los hechos, también para evitar derivas peligrosas, como la inglesa.

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