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New mailCon el intercambio de prisioneros entre los rebeldes chiítas y el gobierno de Yemen, que involucra a unos 1000 combatientes de cada bando, Naciones Unidas busca fomentar la confianza mutua entre las dos partes para promover negociaciones destinadas a poner fin a una guerra sangrienta. que ha estado sucediendo durante seis años. El intercambio está en marcha, según confirmó el Comité Internacional de la Cruz Roja, pero los operativos no son cortos, sin embargo permitirán que los combatientes se reúnan con sus familias; este aspecto se considera fundamental para restablecer el clima necesario para avanzar, luego por el camino de la diplomacia en lugar del de las armas. Entre los soldados que se verán afectados por la liberación se encuentran soldados saudíes y también sudaneses, pues el país africano apoya a la coalición, encabezada por Arabia Saudita, que desde 2015, ha apoyado al gobierno que los rebeldes huti, de religión chiíta, han expulsado del liderazgo del país. La actual situación contingente, con la pandemia que ha azotado a nivel mundial, ha traído como consecuencia directa del conflicto yemení las repercusiones de la disminución de la ayuda humanitaria en un escenario ya comprometido, además de la guerra, por una gravísima situación sanitaria, que hay que sumar las condiciones de hambruna alimentaria que sufre la población. Estas condiciones generales, junto con el sustancial estancamiento de los combates, que no favoreció a ninguno de los dos contendientes, favorecieron el canje de prisioneros ya pactado en Estocolmo. Los números específicos de este intercambio se refieren a la liberación de 681 combatientes rebeldes chiítas, contra 400 soldados de las fuerzas que apoyan al gobierno, más diecinueve combatientes extranjeros, de los cuales quince saudíes y cuatro sudaneses. La actividad de la Cruz Roja permitió materialmente el intercambio gracias a visitas médicas, insumos de salud y ropa, así como las sumas de dinero necesarias para el regreso a sus respectivos hogares. Mientras tanto, los hutis liberaron a tres estadounidenses que eran rehenes de las milicias chiítas. El conflicto yemení no disfruta de la exposición mediática de la guerra siria o de la que se llevó a cabo contra el Estado Islámico, sin embargo, según Naciones Unidas, es la peor crisis humanitaria del mundo. La pobreza del país, que atravesaba una situación complicada ya en tiempos de paz, ha favorecido el rápido deterioro de la calidad de vida creado por el conflicto y agravado por la consecuente situación sanitaria y alimentaria, en este escenario la particular violencia ejercida por la coalición contra los rebeldes, A menudo ha golpeado a civiles, causando muertos y heridos también a través del bombardeo indiscriminado de escuelas y hospitales. Particularmente violenta fue la acción de las fuerzas armadas saudíes, que demostraron su total falta de respeto por la población; a pesar de esta furia, la coalición liderada por Arabia Saudita no ha logrado vencer a los rebeldes. La acción de Naciones Unidas se ha centrado en dos caminos: el primero es el diplomático para detener las hostilidades, mientras que al mismo tiempo también se practica una segunda solución práctica, a través de la creación de corredores humanitarios, que condujeron, aunque en De manera parcial, alivio del sufrimiento de la población. También a través de la mediación entre las dos partes, Naciones Unidas detuvo las ofensivas militares, haciéndola decisiva para la protección de la población civil. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con resolución 2216 de 2015 pidió a los rebeldes huti que se desarmen y se retiren de las regiones conquistadas, pero sin ofrecer nada a cambio del territorio tomado; a juicio de los rebeldes es necesario mantener el control sobre grandes porciones de territorio, también para evitar el cerco y prevenir nuevos ataques militares. Si bien la situación sigue siendo grave, episodios como el del canje de prisioneros representan importantes innovaciones para la apertura de negociaciones capaces de conducir a una paz, que, sin embargo, seguiría siendo precaria por la presencia de la radicalización del conflicto sobre bases étnicas, religiosas y geopolíticas. Sin embargo, el estado de postración del país frente a un elemento negativo puede convertirse en la causa determinante de la necesidad de detener las armas para permitir que el país, sea cual sea su forma de estado y cualquiera que sea su posible división, intente recuperarse por la vía pacífica. . Sin embargo, sería necesaria una mayor participación de las grandes potencias junto a Naciones Unidas para favorecer esta solución.
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