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martedì 11 febbraio 2025

Los aranceles de Trump como amenaza política y económica

 La política proteccionista de Trump, piedra angular de su programa electoral, va tomando forma, por ahora sólo con anuncios y proclamas. Después de los aranceles contra China la semana pasada, la nueva amenaza, que también ha sido anunciada, es imponer aranceles del 25% a las mercancías entrantes consistentes en acero y aluminio, sin excepciones ni exenciones. Para Europa, se trata de ver si los derechos actuales, precisamente del 25%, se mantendrán o llegarán incluso al 50%. El objetivo declarado es aumentar la riqueza estadounidense. Además de Europa, los principales objetivos son Canadá y México: los aranceles hacia estos dos países violan claramente el acuerdo de libre comercio entre los tres estados. Esta violación es una muy mala señal de la dirección de la política de la nueva administración estadounidense en relación con su enfoque de los tratados internacionales existentes. Para Canadá, los aranceles pesarán mucho sobre un sector que ingresa 11.200 millones de dólares en suministros de acero a EE.UU.; Sin embargo, se espera que esta medida tenga consecuencias negativas para los fabricantes estadounidenses, desde la industria automotriz hasta los productores de envases de bebidas carbonatadas. Por el contrario, la Casa Blanca espera una balanza comercial favorable, gracias a los mayores beneficios que traerán los aranceles a las industrias locales del acero y el aluminio, frente a las pérdidas de otros sectores industriales. En la visión de Washington, la industria pesada se considera estratégica para estimular también otros sectores, actuando como motor de la economía estadounidense. Trump ha afirmado que los aranceles afectarán a una gama bastante amplia de productos, un factor que podría desencadenar una guerra comercial, con consecuencias impredecibles a nivel global. Respecto a México, sin embargo, la medida arancelaria fue suspendida por un mes, a cambio de incrementar los controles fronterizos para evitar que los migrantes accedan a EE.UU. Esta suspensión podría significar que las medidas arancelarias podrían ser una amenaza para conseguir algo más, por ejemplo para Europa un mayor gasto militar y un mayor compromiso e implicación en operaciones, como por ejemplo permitir un despliegue diferente de las tropas estadounidenses en el tablero mundial. Canadá también levantó la amenaza con el compromiso de detener el tráfico de migrantes y la exportación de drogas basadas en fentanilo a Estados Unidos. El compromiso pedido a Canadá parece suave, tal vez porque Ottawa había elaborado una lista de productos que serían objeto de aranceles, principalmente los procedentes de los estados republicanos, que más han apoyado a Trump. En cualquier caso, golpear duramente a México, que ha sustituido a China como principal proveedor de EU, con mercancías por 505,851 millones de dólares y con un desequilibrio comercial, a favor de Ciudad de México, de 171,189 millones de dólares, representará un problema intrínseco para la industria manufacturera estadounidense, presumiblemente batallando con los incrementos en los costos de aprovisionamiento. La guerra comercial con Pekín ya ha comenzado y ambos países ya han aplicado aranceles respectivamente. Más interesante aún será la evolución de las relaciones con Europa, denunciada públicamente por el vicepresidente por las excesivas restricciones comerciales presentes en su territorio, que no facilitan unas fáciles relaciones recíprocas. Llevar a cabo una política comercial demasiado rígida en la zona más rica del mundo podría tener efectos seriamente perjudiciales para la industria estadounidense, sobre todo porque Bruselas está buscando salidas alternativas concretas para sus productos, considerando nuevos acuerdos comerciales con China; Si fuéramos en esa dirección, después de que la política de Biden hubiera logrado revertir la tendencia, los efectos de los aranceles tendrían la doble consecuencia negativa de perder cuotas de mercado de productos estadounidenses en Europa y que estas cuotas podrían ser sustituidas por productos chinos; y las declaraciones improvisadas del nuevo presidente estadounidense, sobre la creación de una riviera en Gaza, pero sin palestinos, y de una Ucrania que volverá a ser rusa, no ayudan al diálogo con los europeos, alérgicos a ciertas actitudes, a pesar de la creciente presencia de partidarios de Trump, incluso en los gobiernos de algunos países. Si bien la cuestión militar puede ser una palanca que Trump no dudará en utilizar, la Casa Blanca debe tener en cuenta que estas provocaciones podrían empujar a Bruselas a distanciarse lenta pero progresivamente de su aliado estadounidense.

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