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lunedì 6 marzo 2017

Los escenarios para la revitalización del proyecto europeo

La inestabilidad que se enfrenta Europa, con la concurrencia de la salida inminente del Reino Unido, el advenimiento de Trump en la Casa Blanca, la actitud de la Rusia de Putin y la ola de populismo que cruza el continente, obliga a lo que es el núcleo de los socios fundadores para cumplir los procedimientos capaces de evitar posibles interrupciones. La intención básica es comunicar un mensaje de la agregación de proyecto de la Unión Europea. La reunión, que se distribuirá a Versalles, se restringe, se limita a Francia, Alemania, Italia y España que puede presentar una debilidad contra otros Estados; el peligro es que pasa la percepción de estar frente a una especie de directorio, una sensación desagradable, sin duda, sobre todo para los gobiernos más periféricas, las del antiguo bloque soviético, que mientras se ve con aprensión la actividad de Rusia a su vecino fronteras, no encajan sin embargo, a pesar de los beneficios económicos recibidos, para asumir las obligaciones que Bruselas exige, tanto en el campo de la observancia de los derechos, que el problema de los migrantes. Ciertamente, el mensaje que se quiere comunicar es una señal frente a la formalización de salida de Londres, que será oficial dentro de las próximas semanas, sin embargo, esta reunión tiene la intención de ir más allá y buscar soluciones viables para satisfacer las necesidades que han surgido. No hay que olvidar que la meta final de la Unión Europea fue la creación de una unión política, es necesario en este tema para reflexionar y buscar soluciones capaces de trascender un resultado que, por el momento es imposible extender a todos los 27 países ellos se han mantenido en la Unión. La búsqueda de alternativas posibles e incluso más flexible, que sirve para alejar una desintegración inevitable es que desea mantener objetivos no compartidos. Así que la elección parece obligada: agregar los miembros de escenarios viables y reducir el campo de las aceptaciones que se mueven hacia lazos más ambiciosas. El punto de partida, la básica, sigue siendo el mercado común, que debe garantizar la circulación de personas y mercancías, con una distribución justa de los derechos y obligaciones, ya no debe existir condiciones simplificadas como los del Reino Unido, y la observancia de estos principios debe ser total y rígidamente aplicado mediante el establecimiento de sanciones para disuadir cualquier comportamiento conveniente. Si usted puede entender que sólo quiere unirse a este nivel de integración es igualmente claro que el único mercado común no es suficiente para una unión eficaz, no representa más que una especie de unión económica para apoyar a las empresas y crear mejores condiciones para el desarrollo dentro de la 'zona, pero sólo si algunas reglas serán cambiadas en favor de la redistribución de la riqueza. Esto se debe, sin embargo, no es absolutamente pero relativamente al grado de integración que los estados tendrá que elegir, para evitar el tratamiento preferencial de la clase que gozan los países europeos, que no hayan cumplido adecuadamente sus obligaciones. El concepto puede exceder la definición de Europa de dos velocidades: se puede, de hecho, proporcionar más niveles de membresía con beneficios que van de la mano con las obligaciones. Un aspecto clave es el de la defensa, se convierten en urgente con las intenciones de Trump dando menos peso político y militar de la Alianza Atlántica; Europa, es innegable, no está preparado delante de la escena internacional en evolución: no es un ejército europeo y los servicios de seguridad que no están integrados y no intercambian voluntariamente la información en su poder. Este estado de cosas tiene que ser superado, no requiere de la historia, pero el registro. Se puede concebir una pertenencia a la defensa común europea sin pertenecer a una unión política? La respuesta puede ser positiva si se introduce en los tratados capaces de dar una respuesta concreta a la renuncia nacional de las prerrogativas de determinadas decisiones en el ejército, que sería a la inversa alianzas pero la defensa no es común. Es un reto difícil, que implica no sólo una inversión financiera, una inversión política de no poca importancia, ya que en la Alianza Atlántica la lentitud de la decisión (que no debería existir en el campo de batalla) se corresponde con la potencia estadounidense. Es evidente que un proyecto de defensa común no es una alternativa a la OTAN, pero una autonomía no permite la Europa recientemente y la posibilidad de jugar un papel importante al fin en la escena internacional. El escalón más alto está representado por la unión política, que no se rebajan por completo la soberanía del Estado, sino que incluirán un conjunto de gestionar de forma centralizada los asuntos que necesitan ser plenamente aceptado por aquellos que desean suscribirse a este enfoque. Este sigue siendo el verdadero reto.

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